La adicción al queso

Según la universidad de Harvard, el queso es la principal fuente de grasas saturadas en la dieta de los norteamericanos y el alimento con una mayor cantidad de grasas saturadas (1).

También se ha demostrado científicamente que el queso aumenta los niveles en sangre de estrógenos y disminuye los niveles de testosterona (2).

El dr. Neal Barnard escribió un libro acerca del queso donde dice lo siguiente: “Lleno de calorías, grasas, colesterol y hormonas, el queso puede hacerte ganar peso y provocarte una gran variedad de problemas de salud como una alta presión arterial y artritis. […] Si el queso fuera peor sería vaselina.  […] Algunas comidas engordan. Otras comidas son adictivas. El queso engorda y es adictivo.(3)”

Los opiáceos naturales del queso: Casomorfinas

El queso está presente en pizzas, bocadillos, pastas, salsas e infinidad de platos. El queso es tan adictivo como determinadas drogas, el alcohol y el tabaco. Este alimento contiene una proteína llamada caseína que tiene unos efectos similares a los de los opiáceos durante su digestión (4). – quizás pueda ser la intro para el video.

La caseína está presente en todos los productos lácteos, pero es en el queso donde su valor se multiplica por diez al tratarse de un producto muy elaborado. Esta proteína libera casomorfinas  en el cuerpo humano, lo que genera una agradable sensación de bienestar y provoca adicción (4).

Las casomorfinas son opiáceos naturales. De hecho la palabra casomorfinas viene de caseína y morfina. Aunque las casomorfinas no son tan potentes como el opio o la morfina no deja de tener efectos similares al de estas drogas.

Nuestros receptores opioides regulan cosas como los analgésicos, la sedación, la euforia, la disforia, el apetito y nuestros hábitos alimentarios (5).

Muchos científicos creen que este efecto similar al de los opiáceos de la caseína está diseñado para que el ternero quiera tomar leche de su madre y a su vez fomentar el vínculo entre madre e hijo.

No solamente podemos encontrar casomorfinas en el queso (6) también podemos encontrar restos bioactivos derivados de la caseína como las beta-casomorfinas y los fosfopéptidos en el intestino delgado de la gente que acaba de comer queso (7).

Las casomorfinas tienen la capacidad de cambiar el comportamiento de los animales. En el análisis de la European Food Safety Authority (EFSA) podemos encontrar numerosos estudios que demuestran que las casomorfinas tienen efectos analgésicos y provocan una disminución del aprendizaje en ratones. Dentro de este análisis hay un estudio que demuestra que las casomorfinas estimulan la ingesta de comida alta en grasas. Otro estudio demuestra que altas dosis de casomorfinas pueden causar amnesia (5).

Si bien es cierto que en los estudios del análisis de la EFSA se usaron ratas a las que se les inyectaron casomorfinas, un estudio de 2009 simuló la digestión de productos lácteos comerciales en seres humanos para ver qué contenido de casomorfinas generaba cada producto tras su digestión (8). El queso es el alimento que mayor cantidad de casomorfinas generaba tras su digestión. Esto no es de extrañar puesto que el queso es la forma más concentrada de caseína; alrededor del 80% de la proteína en el queso es caseína. La caseína es la proteína que al ser digerida se convierte en casomorfinas.

Este estudio también demostró que todos los productos lácteos contienen casomorfinas (casomorfinas BCM7) y que el mayor contenido de casomorfinas se encuentra en el queso; hasta 21,77 mg/kg de queso gouda (8). Por otro lado, sabemos que el 5% de las casomorfinas es morfina, por lo que 1 kg de queso gouda tiene 1,0885 gramos de morfina (100 gr = 0,10885 gramos de morfina). Una dosis terapéutica baja de morfina son uno 5 gramos aproximadamente (9). Por lo que al tomar 460 gr de queso gouda estaremos ingiriendo un 10% de una dosis terapéutica de morfina.

Es realmente importante destacar que el estudio arriba mencionado no analizó las casomorfinas BCM4 ni BCM8 y sabemos gracias al análisis de EFSA que todas estas casomorfinas tienen un efecto analgésico (5). Por este motivo es muy probable que la dosis de morfina que tomemos al ingerir 460 gr de queso gouda sea considerablemente más alta que la que acabamos de mencionar.

La pizza de tamaño medio contiene unos 230 gr de queso mozzarella. El queso mozzarella tiene un porcentaje de proteína casi idéntico al gouda (29,9% gouda y 29% mozzarella). Por este motivo al comer una pizza estamos ingiriendo una cantidad significativa de morfina.

Por otro lado, las casomorfinas has sido relacionadas con casos de muerte infantil prematura (síndrome de muerte súbita del lactante o SIDS) (10). Un estudio de 2011 probó que los niños que murieron de SIDS tenían unos niveles de casomorfina en sangre 3 veces mayor que el grupo de control (11).

Las casomorfinas también pueden jugar un papel fundamental en la gente con autismo y pueden promover la oxidación del colesterol LDL; la oxidación del colesterol es un factor principal en la aparición de arteriosclerosis y enfermedades del corazón (5).  

Al margen de todo lo comentado anteriormente, sabemos las comidas ricas en grasas son adictivas. Un estudio de 2010 demostró que el consumo excesivo de comidas altas en grasas genera respuestas neuropáticas en el cerebro (o circuito de recompensa del cerebro) que derivan hábitos de comida compulsivos (12).

Para ponerlo en perspectiva, el pan de molde tiene un 6% de grasa, las patatas fritas tienen entre un 40% y un 50% de grasa y el queso cheddar tiene un 74% de grasa.       

En un estudio de 2015 los científicos quisieron ver qué alimentos eran los más adictivos. La comida favorita de la mayoría de los encuestados resultó ser la pizza con queso. Se concluyó que hay ciertos alimentos que son adictivos por la manera en la que son elaborados. Cuanto más procesado y graso, mayor es la adicción que genera en las personas (4).

Otro estudio de 2015 analizó 384 personas y concluyó que la comida más adictiva es la pizza y el alimento o comida no elaborada más adictivo es el queso (13). De las 10 comidas más adictivas del mundo sólo dos de ellas no tiene ningún componente lácteo.

 

Conclusiones:

El queso es el alimento más adictivo del mundo y la pizza la comida más adictiva. De las 10 comidas más adictivas del mundo sólo dos de ellas no tiene ningún componente lácteo.

Aproximadamente el 80% de las proteínas del queso son caseína. Esta proteína al digerirla se convierte en casomorfinas. Las casomorfinas tienen efectos analgésicos en el organismo, causan sedación, euforia, disforia, controlan nuestro apetito y nuestros hábitos alimentarios.

Las casomorfinas también pueden jugar un papel fundamental en la gente con autismo y pueden promover la oxidación del colesterol LDL. lo que deriva en arteriosclerosis y enfermedades del corazón. Por si fuera poco las casomorfinas están asociadas con casos de muerte infantil prematura.

Por otro lado, sabemos que las comidas altas en grasa generan adicción y el queso contiene casi un 75% de grasa.

 

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